Falta menos de un mes para las elecciones europeas. Seguramente habrá muy pocos ciudadanos de la Unión que no lo sepan.
Esta es la impresión pero hay datos que lo avalan. Según el Eurobarómetro de primavera (publicado abril del 2024), los ciudadanos europeos otorgan a una gran relevancia a estos comicios. El 81% cree que el contexto geopolítico actual hace que ir a votar sea incluso más importante.
Estos días en Barcelona se están celebrando diferentes actos relacionados con estas elecciones (supongo que sucederá en otras muchas ciudades europeas). Sin embargo, la verdad es que la reflexión sobre Europa es continua.
Por mi parte, hace tiempo que sigo el debate europeo. A partir de lo aprendido, me gustaría ofrecer algunos puntos (de sutura) para recoser el debate sobre Europa y, así, ayudar a iluminar su futuro:
🟢La UE surgió de una decisión creativa de un grupo de líderes valientes.
🟢A lo largo de su historia, ha habido altibajos (ya habíamos estado mal antes).
🟢La narrativa dice que el futuro de la UE está amenazado por la extrema derecha.
🟢Sin embargo, hay problemas estructurales que pasan desapercibidos.
🟢¿Por qué no reformar la UE para volver a los principios fundacionales?
De todas las síntesis posibles, esta es sólo una más. Pero creo que valdrá la pena. ¿Nos acompañas?
🟢PUNTO 1 — Al principio fue una buena idea
El pasado 9 de mayo volvimos a celebrar el día de Europa. En ese día de 1950, tuvo lugar en París la Declaración Schuman:
¿Un proyecto con el éxito asegurado? ¡Para nada!
Aquello fue -en palabras del propio Schuman en su intervención- “un salto a lo desconocido”.
La periodista Victoria Martín, autora de un libro sobre los impulsores de la Unión Europea, explica:
“Lo que los padres fundadores de la UE nos dejaron es el método, que es el método comunitario, que va más allá del denominador común, porque propone a los miembros pensar en el conjunto más allá de la suma de intereses individuales”.
Actuaciones recientes de los líderes de la UE parecen lejos del espíritu original:
Falta de unidad (en la ONU, por ejemplo).
Dudas en la defensa de la paz.
La UE comenzó con la CECA, que regulaba los recursos clave para la fabricación de armas (carbón y acero).
🟢PUNTO 2 — El pasado fue mejor (a veces)
La Historia de la construcción europea tiene puntos álgidos pero también reveses importantes.
El inicio de la construcción de la Unión Europea coincidió con los “Trente Glorieuses” (1945-1975):
Crecimiento económico, pleno empleo y consolidación de la clase media.
Todo esto acabó deteriorándose pero luego vivió otras 2 décadas de bonanza (1985-2005):
Comenzaron con Jacques Delors (1985-1995), considerado el mejor presidente de la Comisión Europea y recientemente fallecido.
Acabaron con la Comisión de Romano Prodi (1999-2004):
Se culminó la gran ampliación hacia el Este.
Se aprobó la fallida Constitución para Europa.
“Fallida” por que no la refrendaron los ciudadanos de Francia y Países Bajos.
Entremedio, la Comisión Santer (1995-1999) tuvo que dimitir en bloque acusada de corrupción.
Parece que los europeos tenemos memoria selectiva: sólo se recuerdan los hitos positivos.
En 2022, estalló un caso de corrupción en el Parlamento Europeo (Qatargate. ¿Quien se acuerda?
La policrisis que empezó con la Gran Recesión hizo crecer el euroescepticismo. Hoy, según el Eurobarómetro, el 71% de los ciudadanos europeos piensan que la UE ha beneficiado a su país.
🟢PUNTO 3 — Alerta ultra
La narrativa mediática que acompaña estas elecciones habla de:
Retos externos
Los problemas de la falta de autonomía: defensa (OTAN), comercial (China) y energética (Rusia).
Retos internos
Auge de la derecha radical en sus diferentes formas, a menudo con un componente islamófobo y contrario a la inmigración.
Esta alarma no es nueva. A principios de 2019, se publicó el manifiesto La Casa Europea, en llamas impulsado por el intelectual francés Bernard-Henri Lévy.
Este texto consagraba el frame de las anteriores elecciones europeas como “una nueva batalla en defensa de la civilización”:
“Pueden ser las elecciones más catastróficas que hayamos visto jamás: la victoria de los destructores, la humillación de los que aún creen en el legado de Erasmo, Dante, Goethe y Comenio, el desprecio a la inteligencia y la cultura, los estallidos de xenofobia y antisemitismo; un desastre”
Como finalmente estos partidos no consiguieron formar la minoría de bloqueo, muchos respieraron aliviados.
Sin embargo, “el dinosaurio todavía estaba allí”
(habíamos vuelto a confundir los síntomas con las causas).
🟢PUNTO 4 — Europeístas críticos
Seguramente no se trata de ir sorteando crisis sino de aprender algo con cada una de ellas (no estoy seguro de que esté sucediendo).
A finales de 2018, el economista Thomas Piketty (autor de El capital en el siglo XXI) impulsó el Manifiesto para la democratización de Europa.
Reclamaba un nuevo pacto social para combatir la desigualdad.
Proponía la creación de un ámbito de decisión a nivel europeo, así
se recuperaría la legitimidad democrática de las instituciones y
se superaría la competición entre las capitales estatales y Bruselas.
Su diagnóstico de la situación sigue siendo actual:
“Nuestro continente se encuentra hoy atrapado entre, por un lado, unos movimientos políticos cuyo único programa es la persecución de extranjeros y refugiados, un programa que ya han empezado a aplicar; y, por otro, unos partidos que se dicen europeístas, pero que en el fondo siguen considerando que el liberalismo puro y duro y la aplicación de la competencia a todos los ámbitos (Estados, empresas, territorios, individuos) bastan para definir un proyecto político, sin darse cuenta de que es precisamente la falta de ambición social lo que alimenta la sensación de abandono”.
Por otro lado, a principios de 2019 tuve el placer de escuchar en Barcelona al constitucionalista y experto en integración europea Joseph H. H. Weiler.
Para solucionar estos problemas, el académico apuntaba al patriotismo liberal
(eliminado de la ecuación por el miedo al fantasma del nacionalismo):
“Pienso que la gente tiene hambre de este sentimiento porque da un sentido a la vida que no es solamente el sentido neoliberal, mercantilista, de cómo puedo conseguir lo mejor para mí mismo.”
Definitivamente la división entre europeístas y euroescépticos es demasiado simple.
🟢PUNTO 5 — La reforma más necesaria
Parece que las críticas más estructurales no llegan al corazón de las instituciones europeas. Estas ansias de sentido quedan ahogadas en la burocracia.
En el máster aprendí que los equipos pequeños están orientados a la creatividad mientras que las grandes organizaciones se centran en los procedimientos. Quizá es esto lo que ha sucedido a la Unión Europea.
Estamos tan ocupados estableciendo medidas y objetivos, que nos hemos olvidado de los principios que les daban sentido.
A mi modo de ver, las resoluciones de la Conferencia sobre el futuro de la Unión Europea lo ejemplifican.
Pero, ojo, la Conferencia supuso un trabajo titánico entre abril de 2021 y mayo de 2022 que involucró a más de 700.000 personas. Respect!
En realidad, los principios fundacionales se invocan a menudo pero -en ocasiones- se quedan en los discursos.
Cierro con una cita del politólogo Pablo Simón (que está dentro del fantástico número especial que la revista Valors dedica a Europa).
Me ha parecido que esta frase puede interpelarnos a cada uno porque al final el futuro de Europa depende de nosotros, los europeos.
“Si creemos que nuestros valores son superiores, hemos de pagar un precio. Quien no asume un coste, sólo tiene intereses”
Hasta aquí hemos llegado. Ojalá hayas encontrado una perspectiva estimulante o alguna idea valiosa.
¡Que pases un feliz domingo! Volvemos en un mes (mientras tanto puedes encontrarme en LinkedIn y Twitter (ahora llamado X).