Puntos de Sutura #4: Más allá de la desinformación
Por qué las "fake news" no son el problema
En 2016 nos enteramos -con preocupación- que vivíamos en la era de la posverdad. Trump ganó las elecciones y el brexit salió adelante con mentiras. A partir de entonces, expresiones como “fake news” o desinformación han pasado a formar parte de nuestro vocabulario.
En 2024 (cuando ya han pasado 8 años) la mitad de la población mundial está llamada a las urnas. En España, hay elecciones en Euskadi y Catalunya en los próximos meses. Además, están las europeas de principios de junio.
Ante este panorama, nos preguntamos: ¿cuál es el papel de la desinformación?
En esta newsletter vamos a intentar coser la desinformación y las narrativas mediáticas a las que ha dado lugar. A continuación, los puntos (de sutura):
🟠La desinformación sigue preocupando (¡y mucho!).
🟢Sin embargo, no hay evidencias científicas que justifiquen la alarma social.
🟣En este contexto, echarle la culpa a las redes sociales es la solución fácil.
🟡En realidad, bajo las llamadas “fake news” hay problemas mayores.
🔴A pesar de todo, esta confusión también ha traído cosas buenas.
De todas las síntesis posibles, esta es sólo una más. Pero creo que valdrá la pena. ¿Nos acompañas?
🟠PUNTO 1 — Lo sabe todo el mundo
Parece que no hay mucha discusión sobre el hecho que la desinformación es un problema.
Según el último Digital News Report (el informe sobre audiencias del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford):
“La inquietud pública por la desinformación y los algoritmos está cerca del pico histórico”.
En la misma línea van los resultados del Global Risks Report 2024 del Foro de Davos:
Hay alama social. Visto lo visto, es incuestionable.
🟢PUNTO 2 — Lo que mucha gente no sabe
Lo que sí podemos cuestionarnos es si la alarma social está justificada. ¿Hay pruebas científicas que respalden esta preocupación?
Veamos algunos antecedentes:
Las últimas elecciones europeas. También entonces la preocupación era alta. Por esto, en 2019 se formó una coalición internacional de 19 organizaciones de verificación de 13 países.
Su balance: el nivel de desinformación detectado fue moderado y no llegó a dominar la conversación en redes
Otros estudios iban en la misma dirección:
Una investigación de la Universidad de Oxford.
Informe de la Comisión Europea.
Elecciones en Francia (2017) e Italia (2018). El estudio de la comunicación online de estos comicios (ambos con la amenaza de la extrema derecha) concluía:
“En global, nuestro análisis de las pruebas disponibles sugiere que las noticias falsas tienen un alcance más limitado del que a veces se les supone”.
Presidenciales estadounidenses de 2016. Las investigaciones sobre estas elecciones son cautas a la hora de hablar del impacto de la desinformación.
Históricamente ha habido una brecha importante entre las precepciones sociales y la investigación sobre la desinformación.
🟣PUNTO 3 — “La culpa es de las redes sociales”
¡No tan rápido!
La idea de relacionar la desinformación con las plataformas sociales (especialmente Facebook) cogió cuerpo tras la elección de Trump.
Sin embargo, esta narrativa se basaba en algunas noticias con problemas:
Pese a lo que dice el titular, los datos eran demasiado limitados para hacer una afirmación tan rotunda:
Hablan de engagement. ¿Pueden meterse en el mismo saco acciones tan difrentes como comentar, hacer like o compartir?
Sólo consideran las 20 noticias más exitosas. ¿Qué pasa con el resto de noticias? ¿Qué porcentaje del total representan estas 20 noticias?
Pero lo más importante para mí: ¿cuánta gente leyó realmente esas noticias? O, al menos, ¿cuánta gente clicó en el enlace?
Otro caso es la cobertura mediática alarmista de un estudio del prestigioso instituto Pew Research Center.
Se destacaba el dato que un 44% de los votantes consumían noticias en Facebook.
Dando a entender que sólo se informaban en la plataforma (y, por tanto, probables víctimas de las “fake news”).
Pero la investigación no hablaba de:
Frecuencia: cada cuánto accedía a la plataforma (quizá era 1 vez al mes).
Exclusividad: que fuera su única fuente de información (posiblemente también veían la tv).
Confianza: que se creyeran esas noticias (quizá no).
De hecho, los investigadores estaban horrorizados por como trataron los medios su estudio.
Estos casos muestran que, en ocasiones, ha habido mucha desinformación sobre la desinformación (lo siento, no he podido resistir la tentación).
🟡PUNTO 4 — Los problemas bajo la desinformación
En realidad, la desinformación es más un síntoma que la causa del fallo de la esfera pública.
Como escribió Charlie Beckett (director de Polis, el think tank sobre medios de comunicación de la London School of Economics):
“Las fake news son el canario en el mina de carbón digital. Son un síntoma de un desafío sistémico mucho más amplio sobre el valor y la credibilidad de la información y sobre la forma en que nosotros -socialmente, políticamente, económicamente- vamos a gestionar las amenazas y las oportunidades de las nuevas tecnologías de la comunicación”.
Este “desafío sistémico” hace referencia a una desinformación más estructural
(de la que hablo en las conclusiones de mi tesis).
Se puede desinformar mucho a través de:
imponer los temas de debate público (agenda setting) o
instaurando un enfoque determinado de los problemas sociales (framing).
Hace poco, la politóloga Máriam Martínez-Bascuñán escribía en esta misma línea.
🔴PUNTO 5 — No todo ha sido negativo
Pese a lo que pueda parcer, el fenómeno de la desinformación y la (equivocada) narrativa a su alededor también han traído cosas buenas, entre otras:
La muerte del mito del ciudadano racional.
El hacer rendir cuentas a las plataformas de contenidos digitales.
El auge de la alfabetización mediática.
Tan necesaria (ahora y siempre) como nos recuerdan los profesores de Comunicación Charo Sádaba y José A. García Avilés.
Estoy contento de poner un granito de arena con Learn to Check (el de la foto soy yo ;-)
Hasta aquí hemos llegado. Ojalá hayas encontrado una perspectiva estimulante o alguna idea valiosa.
¡Que pases un feliz domingo! Volvemos en un mes (mientras tanto puedes encontrarme en LinkedIn y Twitter (ahora llamado X).
Muy bueno, Miquel!
Sintético y muy interesante. Ayuda a la reflexión sobre el tema.